La represión nunca es el camino. Jamás. Gobierne quien gobierne. La represión es, como mínimo, el fracaso de la política. O de los políticos. O de estos políticos, que pasean por los medios. Y de la justicia. De la justicia siempre castigando a los que no tienen ni siquiera nada.
La represión es tan violenta como la selfie de un fiscal con familias desalojadas atrás. Más violencia que eso, imposible. Un fiscal sonriente mientras atrás desarman chozas.
La represión es tan violenta como la selfie de un fiscal con familias desalojadas atrás. Juan Cruz Condomí Alcorta, fiscal a cargo del caso, junto a sus colegas Lisandro Damonte y Marcelo Romero.
Chozas desarmadas como hace algo más de 500 años. Porque son chozas. De cartón, de nylon, de maderas, chozas al fin. Chozas desalojadas en nombre de la “legalidad”.
Estas familias esta noche dormirán en la puerta de un cajero. O debajo de un puente. Ver las fotos es terrible. Familias con chicos. Los desalojan a ningún lado. Los echan a ningún lugar. Lo que no entienden, es que esta gente no “desaparece”.
“Que vayan al campo a trabajar la tierra”, dicen algunos. A eso fueron en Entre Ríos. Y de ahí también los echa la justicia, a pesar que la tierra era cedida por la dueña. “Que actúe la justicia”. Pedían otros. La justicia dió la razón. “Que actúe de nuevo “. Y si, la justicia al final al servicio de los terratenientes, los termina echando.
El problema es la tierra. Un pedazo de tierra para poder hacer un desarrollo productivo y de alimentación sana es inconcebible para los que son dueños de todo.
La represión jamás es el camino. Jamás, y mucho menos del estado hacia familias con chicos y mujeres más pobres que nadie.
Flacos de pobres, gordos de pobres. Durmiendo en el piso de tierra, con ruido en las panza y sin luz ni agua, en esos terrenos en medio de la nada.