Finalmente se concretó la foto de las cuatro cabezas impulsoras de intentar ocupar un tercio del electorado, en el marco de la teoría de los tres tercios, en que supuestamente se dividiría el electorado nacional con vistas a 2019. Son ellos el tigrense (sin conchabo estatal en estos momentos) Sergio Massa, el senador nacional Miguel Ángel Pichetto, el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey y el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti.
Aparecen así estos cuatro dirigentes como las cabezas del “peronismo perdonable”, según lo bautizara el inefable Jorge “Turco” Asís; el “peronismo racional” como los menta el macrismo y sus periodistas afines; o el «peronismo colaboracionista» con el frente Conservador Cambiemos, nombrado así por el peronismo y sus aliados que han mantenido la oposición a Cambiemos desde el inicio.
Desde Urtubey, que ha sido declarativamente el más “solidario” con Cambiemos; pasando por Massa, que cerró un acuerdo de “gobernabilidad” con la mandataria bonaerense María Eugenia Vidal, consiguiéndole trabajo a gran parte de su tropa; siguiendo con Pichetto y su apoyo legislativo al oficialismo y terminando con Schiaretti, que supo junto al extinto Juan Manuel de la Sota volcar a su electorado cordobés en favor de Macri en el ballotage de 2015; este cuarteto ya ha comenzado a convocar adherentes, siendo ellos punta de lanza porque se autoconsideran los “presidenciables”, pero los Diego Bossio, la triada cegetista, algunos otros gobernadores y legisladores satélites de esos gobernadores ya se aprestan a engrosar ese polo anti kirchnerista.
¿SON TRES TERCIOS REALMENTE?
Esa teoría de tres tercios del electorado se basa en que un tercio sería kirchnerista (cristinista en nuestro contemporáneo caso), un tercio macrista y un tercio que no sabe/no contesta. En realidad este último tercio estaría engrosado por los desencantados del realismo mágico (no populista) de Cambiemos.
Pero ¿qué les hace creer a los cuatro jinetes mensajeros de la “gobernabilidad”, que ese inescrutable tercio electoral “flotante” se vuelque hacia el sector que intentan construir? Ahora, atentos a los guarismos electorales de 2017, no sumarían ni un 10% de ese electorado nacional, aún sumando la amplia panoplia de dirigentes «desencantados» del kirchnerismo, donde muchos igual ostentan cargos con los votos kirchneristas. Los sondeos generalmente marcan que hay un 30% de voto duro para Macri y otro 30% para Cristina de Kirchner, pese al desastre socioeconómico en un caso y a los 103 casos penales que señala el fiscal Carlos Stornelli en el otro. Pero no hay indicio de qué pasa con ese 40% restante, si limpiamos votos de partidos menores quedarían en 30% también.
Las especulaciones, que por ahora son solo eso, les indicaría que la fuga de votos macristas iría hacia sus alforjas, absolutamente incomprobable. En los casos de Salta y del municipio de Tigre, ambos perdidosos en las elecciones intermedias de 2017, donde el electorado parece haber decidido por el original y no por la fotocopia “colaboracionista”, en nombre de una supuesta gobernabilidad, votándole todo a Cambiemos. Pichetto aparece como un zombie electoral; Schiaretti, sin De la Sota, deberá remar mucho en el dulce de leche del electorado cordobés.
LA MADRE DE LAS INCÓGNITAS
Pese al empeño de los publicistas de Cambiemos, distribuidos como periodistas en el 95% de los medios nacionales, los 4 no aparecen como una fuerza política potente, en desarrollo hacia grandes cosas. A riesgo de ser previsible, voy a utilizar la frase de Jorge Luis Borges: “No los une el amor, sino el espanto”, el espanto a la pérdida de identidad política y puestos políticos, el espanto a que el kirchnerismo y sus aliados vuelva al poder y no perdone tanta ingratitud, luego de años de “ranchar” en las barracas kirchneristas se dieron vuelta; unos antes, como el massismo, y otros en diciembre de 2015.
Así que la incógnita no es, a nuestro modesto entender, si realmente van a tener el oxígeno suficiente para terciar en la disputa por el trono máximo, sino que van a hacer si hay ballotage y se quedan afuera, a la intemperie. ¿Apoyarán al peronismo de centro izquierda y sus aliados (Unidad Ciudadana o como se denominen electoralmente llegado el caso), o como José de Urquiza en la batalla de Pavón, darán vuelta sus caballos y se retirarán de la contienda, traicionando el ideario federal, dejándole el campo libre a Bartolomé Mitre, en este caso Mauricio Macri? Muchos de ellos ya lo hicieron en el ballotage de 2015.
Excepto el caso de Massa que, pese a sus reveses electorales de 2015 y 2017, sueña con el premio mayor, en una inexistente amplia avenida del medio comicial, ya que los contendientes siempre son uno de centro derecha y otro de centroizquierda, pescando sus votos en el centro; así que los que quieren pararse en el medio terminan comidos por las dos alas de las corrientes ideológicas ciudadanas; el resto solo parecería aspirar a la supervivencia política, sin sueños de grandeza.
De lo que se vote sobre el presupuesto 2019, que Cambiemos expone a la compulsa legislativa, de quiénes y cómo voten, se asentara parte de esta incógnita. La gran mayoría del pueblo trabajador, vote como haya votado anteriormente, no soportan que se les arranque su dignidad, su trabajo, su pequeño negocio o industria, su alimento, su educación, su salud, sus sueños de prosperar y en muchos casos de “sobrevivir”.
Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a pocos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.