La Dirección General de Cultos de José C. Paz – Buenos Aires, desea Shaná tová umetuka 5778 «Buen y dulce año 5778»
Norma Beatriz Ruiz
Directora de Cultos
Jorge Sánchez
Director General de Cultos
Mario Ishii Intendente Municipal
Que seas inscripto y sellado para un buen año
No todas las plegarias se hallan en el libro de oraciones. Desear bien a alguien es realmente una plegaria para que Dios conceda ese deseo, y ésa es una plegaria tan válida como cualquier parte formal de la liturgia.
El Talmud dice: “No tomes ligeramente la bendición de un hombre común” (Berajot 7a).
Uno de los propósitos de la plegaria es que el hombre entre en una relación más estrecha con Dios. Desear el bien a otra persona es un modo de acercarse más a Dios. El rabino judío Israel Ben Eliezer (conocido como Baal Shem Tov o Besht y considerado fundador del judaísmo jasídico) dijo que «amar a otra persona es el camino real para amar a Dios».
El Talmud declara, “Si una persona orara todo el día” (Berajot 21a). Nosotros ciertamente podemos ocuparnos en la plegaria durante gran parte del día: “¡Que Dios te bendiga!”, “¡Que estés bien!” “¡Ve en buena salud!” “¡Que tengas mucha alegría!”, etc…
Todas éstas y otras más son plegarias. Sin embargo, lo esencial de la plegaria es que sea con concentración e intención. Que nuestros buenos deseos sean sinceros y significativos. Entonces estaremos orando gran parte del día.
Que seas inscripto y sellado para un buen año
(Saludo en la Víspera de Rosh HaShaná).
Como dijimos antes, los saludos pueden ser plegarias. Cuando deseamos a alguien bien, estamos esencialmente orando para que Dios lo bendiga con todo lo que es bueno.
Durante el curso del año, cuando estamos preocupados con nuestros asuntos de negocios o actividades sociales, podemos tornarnos muy competitivos y creer que podemos ganar provecho o prestigio haciendo valer nuestros derechos…
En la Víspera de Rosh HaShaná, cuando estamos parados en juicio ante Dios, la verdad puede hacernos caer en la cuenta que no es nuestra afirmación la que nos traerá riquezas o fama, y sólo aquello que Dios decrete ocurrirá. Nosotros podemos entonces abandonar nuestra competitividad, y relacionarnos con nuestros semejantes con compasión y bondad. Nuestros saludos pueden entonces ser sinceros y constituir una plegaria.
Extraído de “Viviendo cada día” de Editorial Bnei Sholem Adaptación Jorge Sánchez