El matrimonio de Eduardo Duhalde y Chiche, transitan cuanto programa político les de espacio, buscando en su perfil mediático alguna trascendencia política, de la que carecen hace mucho.
Últimamente Duhalde busca enseñarle a gobernar a Alberto Fernández, tarea que nadie le solicitó, y que remeda los planteos opositores.
En tanto Chiche juega fuerte la carta de ir contra los movimientos sociales que forman parte del gobierno de El Frente de Todos. No aclara el porqué, salvo el deseo “in pectore” de reemplazarlos resucitando la organización Manzaneras que ella supo crear, y dejar al garete cuando tras el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, durante una protesta piquetera, en la presidencia provisoria de su marido, debieron adelantar las elecciones y salir del juego político.
Luego se sabe que el matrimonio apoyó a Néstor Kirchner, quien se los sacó de encima mediante una elección provincial, cuando se dio cuenta que la pareja de Lomas de Zamora pretendía ser el poder detrás del trono.
LOS CAYETANOS
Chiche Duhalde, apelando a una verba tribunera, ataca al ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, declarando impúdicamente que “Si Arroyo no tiene huevos para pararse frente a estos personajes nefastos, que se vaya”. Estos personajes nefastos a los que así mal alude, son funcionarios y legisladores del Frente de Todos, son Los Cayetanos, llamados así porque el 7 de agosto de 2016 marcharon juntos desde Liniers hasta Plaza de Mayo, la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie y La Evita. Comenzando una lucha unitaria contra las políticas hambreadoras del macrismo. Ese macrisno al que Chiche y Eduardo habían votado y defendían mediáticamente.
Los Cayetanos se ganaron en las calles el derecho a ser parte de El Frente de Todos. Hoy están sembrando de mártires los barrios populares, con militantes caídos por el Coronavirus, al píe de las ollas solidarias, con que paliar el hambre de los más necesitados.
Además, la mayoría de las manzaneras hoy forman parte de organizaciones sociales, a las que se sumaron al dejarlas Chiche a la deriva.
LOS SONIDOS DEL SILENCIO
Sería bueno que, en estos días que se recuerda el vil asesinato de Kosteki Y Santillán, dos jóvenes que apenas superaban los 20 años, por las balas policiales, con Duhalde como presidente y Chiche como primera dama, ambos se llamen a silencio.
Como dos carroñeros de la política, sin destino, solo les queda la módica exposición mediática, para seguir desgranando el rosario de sus pensamientos que atrasan, para creerse que son la reserva política de algo, que no se sabe qué es.
El año pasado Chiche encabezó como candidata a senadora provincial por la tercera sección electoral, en las listas de Roberto Lavagna, sin lograr su objetivo, que era doble, por un lado acceder a la senaduría y, por el otro, restarle votos al Frente de Todos para posibilitar la reelección de Macri y Vidal.
Los sonidos del silencio suelen atronar, suelen ensordecer. Chiche y Eduardo deberían dejar de sentir nostalgia por algo que nunca ocurrió. Nunca fueron banca, lo intentaron, pero el estruendo de los sonidos de las Itacas que asesinaron a Kosteki y Santillán los arrojaron al silencio político, del cual nunca deberían haber intentado retornar.