Cuando el gobernador bonaerense Axel Kicillof, dirigiéndose a la juventud, rescató a Perón y Evita, así como a Néstor y Cristina, para luego hacer una metáfora político-musical, diciendo que es tiempo de crear canciones nuevas, no una “que sepamos todos”, sino una nueva, alguien y algunos parecen haberse molestado, como si temieran salir de su zona de confort.
Si la misma Cristina de Kirchner, dijo en su despedida en diciembre de 2015, ante casi medio millón de personas, «Eso es lo más grande que le he dado al pueblo argentino: el empoderamiento popular, ciudadano, de las libertades, de los derechos.” Si Juan Domingo Perón dijo en su último acto en Plaza de Mayo, que “Mi único heredero es el pueblo”, ¿a quién puede molestar que se convoque a seguir empoderándose, en esta nueva época, en esta nueva etapa que transitamos?
“Que florezcan mil flores”, solía repetir Néstor Kirchner, y así dejaba expuesto su deseo de multiplicar la militancia y las corrientes al interior del justicialismo. «Que surjan mil canciones”, podríamos decir hoy.
Tiene razón Kicillof, que se empoderen los jóvenes, que sean herederos populares del peronismo, que florezcan mil flores y surjan mil nuevas canciones.
La militancia es una decisión individual, la dirigencia es una decisión del pueblo, que se consigue con construcción, con gestión.
Vamos con Kicillof a retener la provincia de Buenos Aires, por la gestión que ha convertido a Axel en dirigente. Vamos porque florezcan mil flores, es decir mil nuevos dirigentes, en este camino de una Patria para todos.
“Cuando mi yo transponga la negrura, ellos llegarán con la alborada a cuestas, y encontraran en el camino, el canto mío que dejé en el rumbo, a modo de feliz noticia”.